¿Por qué la adopción homosexual no es un derecho?
Monseñor Ignacio Barreiro Carámbula
La adopción es una institución antigua que encontramos en los
registros históricos de muchas civilizaciones. En algunas ocasiones se
ha hecho para cuidar de los niños huérfanos o abandonados, en otros
casos fue un medio para dar continuidad a una familia que carecía de
descendencia. Bajo la influencia del cristianismo se aceptó que la
principal razón para adoptar un niño era para beneficio de éste, cuando
le faltaban los padres o éstos no podían cumplir con sus obligaciones
parentales. También es perfectamente legítimo que cuando una pareja
casada considera que pueden criar más hijos que los que tuvieron
naturalmente, puede asumir un espíritu de caridad y generosidad para
promover el bien de los niños.
Sin embargo, con activistas que hacen campaña a favor de los derechos
de adopción para las parejas homosexuales, es el momento de considerar
algunas verdades básicas y recordar por qué es justo y crucial que
prevengamos que tales “derechos” falsos y destructivos sean codificados
en las leyes de nuestros Estados y de nuestra nación.
Un niño es un don gratuito de Dios, por eso no tenemos derecho a este
don. Es el Señor el que confiere un niño a una pareja, o por razones
que sólo Él conoce les niega este regalo. Esta es la razón por la que
una pareja que no recibe el don de los hijos mediante medios naturales
no puede utilizar medios artificiales que están en contra de la
naturaleza unitiva del matrimonio para obtener un niño. Las tecnologías
reproductivas que tratan de “apartar” a un niño de la relación sexual no
tratan al niño como lo que realmente es. Más aún, el reconocimiento de
los niños como regalos pone de relieve el contexto más adecuado para
recibir ese don.
De la misma manera que una pareja no tiene naturalmente derecho a
recibir hijos, una pareja que no puede tener hijos no tiene derecho a
recibir niños mediante la adopción. Por lo tanto, hablar del “derecho”
de todas las parejas a ser tratadas igual en lo que respecta a la
adopción es un error, porque no se puede proteger un derecho que no
existe. Una pareja que desea adoptar niños tiene que reunir los
requisitos objetivos establecidos por la ley natural y la Revelación.
Debe demostrar una capacidad para proporcionar un hogar estable para los
niños a través de diversas condiciones objetivas. Una pareja que no
cumple con estas condiciones, y que en consecuencia no es capaz de
adoptar, no debe ser considerada como que sufre una discriminación
injusta. Por la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del
Niño, el interés superior del niño, en tanto es la parte más débil y
más vulnerable, debe ser la consideración primordial en todos los casos.
Debe ser evidente que, de lejos, la institución más saludable para
criar a un niño es una familia tradicional: una en la que un padre y una
madre viven amorosa y fielmente su vocación como protectores y figuras
ejemplares para sus hijos. Ésta es la razón por la cual las agencias de
adopción evalúan y certifican cuidadosamente la capacidad moral,
psicológica y económica de una pareja para adoptar niños.
Por otro lado, si se permite que una pareja de homosexuales adopte un
hijo, entonces se estaría presentando a los niños un modelo no-natural
de las relaciones de adultos, modelo que no fomenta el crecimiento
psicológico normal y saludable, más bien provocará daño en los niños.
La Congregación para la Doctrina de la Fe afirma que
“no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni
siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios
para el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que
las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural”.
Y hablando específicamente sobre la cuestión de si los que tienen
relaciones homosexuales pueden ser capaces de criar hijos, la
Congregación para la Doctrina de la Fe es muy clara:
Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad
sexual crea obstáculos al desarrollo normal de los niños eventualmente
integrados en estas uniones. A éstos les falta la experiencia de la
maternidad o de la paternidad. La integración de niños en las uniones
homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a
violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de
los pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno
desarrollo humano.
Es una grave ofensa, tanto a la libertad religiosa como a la libertad
de conciencia, obligar a las organizaciones religiosas de servicio
social a violar sus principios y otorgar la custodia de niños inocentes a
adultos cuyos valores son radicalmente opuestos a los suyos. Sólo hay
dos razones por las que los activistas están tratando de expandir los
derechos de adopción a las parejas homosexuales y forzar a todas las
agencias de adopción a cumplir con esta regulación: en primer lugar,
conceder más legitimidad a las uniones homosexuales en la sociedad, y en
segundo lugar, limitar el alcance de los servicios de caridad que las
organizaciones religiosas son capaces de realizar en la sociedad.
También estamos especialmente preocupados por la decisión de la Corte
Suprema del Estado de Arkansas, dada a conocer el 7 de abril, de
derribar una iniciativa impulsada por los votantes y aprobada en el
2008, que prohibía a las parejas no casadas, incluyendo a los
homosexuales, la adopción o el ser padre sustituto de niños. La ley
había establecido que “un menor no puede ser adoptado o colocado en un
hogar sustituto si el individuo que busca adoptar o servir como padre
sustituto convive con una pareja sexual fuera del matrimonio que es
válido en virtud de la Constitución y las leyes de este Estado”. La ley
aclaraba que la prohibición “se aplica por igual a los convivientes de
sexos opuestos y a las personas del mismo sexo”. La Corte, al anular la
voluntad de los residentes de Arkansas, dijo que la ley deseada era
inconstitucional, porque violaba los derechos de privacidad de las
posibles parejas adoptantes.
Aquí tenemos la inaceptable situación en la que el llamado derecho a
la intimidad aniquila los derechos de los niños a ser criados en un
hogar estable por una familia natural. La decisión de la Corte da
trágicamente más importancia a los intereses sexuales de los adultos que
la protección de los niños. Debe ser evidente que los niños merecen el
hogar más seguro y más estable posible. Los votantes de Arkansas
sufragaron para garantizar que los niños no se vean privados del mejor
ambiente familiar y nuevamente han visto sus deseos rechazados por un
pequeño grupo de jueces activistas. Esta tendencia en la política
estadounidense es muy preocupante.
Todas las personas de buena voluntad deben oponerse a cualquier
propuesta que otorgue legitimidad a la adopción de niños por parejas
homosexuales. Esto no sólo da legitimidad a una relación anti-natural,
que es el verdadero fin de los activistas que promueven este tipo de
leyes, sino que coloca en riesgo a los niños, en aras de una agenda
radical y destructiva.
Este artículo se reproduce con el permiso de www.hli.org
Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/news/why-homosexual-adoption-is-not-a-right
Traducción por José Arturo Quarracino
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