sábado, 3 de março de 2012

CONTRA O ABORTO E O INFANTICÍDIO

La defensa del infanticidio reabre la polémica sobre el aborto
Por: Juan Arias
.La defensa del infanticidio o “aborto después de nacer”, por parte de los especialistas en bioética, Alberto Giublini y Francesca Minerva, está creando una polvareda en Brasil donde el tema del aborto se ha vuelto también político y no sólo ético o religioso.
La provocación científica lanzada en la revista Jornal of Medical Ethics, bajo el titulo “After-birth: why should the baby live” ( Aborto después del nacimiento: ¿por qué el bebé debería vivir?) por Giublini y Minerva, les ha costado ya a los dos científicos amenazas de muerte.
En Brasil, quien con más dureza y agudeza ha tratado lo que él llama un “texto abyecto”, ha sido el bloguero de VEJA, Reinaldo Azevedo en un post titulado “Ellos ya han llegado allí: una pareja de especialistas defiende el derecho de asesinar también a los recién nacidos”.
Azevedo, que ha sido siempre contrario al aborto, según él no sólo por razones religiosas sino también éticas y morales, ha puesto de relieve, con la sutileza de sus argumentos, lo fácil que es pasar de una defensa alegre del aborto al infanticidio. De hecho es lo que han presentado en su trabajo los dos especialistas en bioética. Ellos argumentan que según un sondeo realizado en un grupo de países europeos sólo el 64% de los casos de Sindrome de Down fueron detectados en los exámenes pre natal y que en aquellos países habían nacido 1.700 bebés con esa sindrome sin que los padres lo supieran previamente, dando a entender que de haberlo sabido habrían recurrido todos al aborto.
Los autores del estudio sobre “el aborto después de nacer”, es decir, del infanticidio, llegan a defender que mejor aún que una posible adopción de un recién nacido “sin potencial para una vida sana” o incluso “con potencial para una vida sana, pero que pone en riesgo el bienestar de la familia”, sería eliminarlo. Ellos afirman que hay quien se pregunta, en efecto, “¿Para qué matar a un recién nacido sano cuando entregarlo en adopción no violaría el derecho de nadie y aún haría la felicidad de las personas involucradas?
La respuesta sin embargo, es sorprendente. Para ellos lo más importante es “considerar los intereses de la madre, que puede sufrir angustia psicológica al tener que dar el hijo en adopción”. Y explican: “Existen graves informaciones sobre las dificultades que las madres tienen de elaborar sus pérdidas. Sí, es verdad: ese sentimiento de dolor y de pérdida pueden acompañar a la mujer tanto en el caso del aborto después de nacer (infanticidio) y de la adopción, pero ello no significa que la última alternativa (la adopción) sea la menos traumática”.
Es increíble y escalofriante, pero los dos especialistas llegan a defender que a veces para la madre puede ser menos doloroso matar al hijo recién nacido que darlo en adopción. Lo hacen con estas palabras: “La madre que sufre por la muerte del niño debe aceptar la irreversibilidad de la pérdida, pero la madre natural (que en trega el hijo en adopción) sueña con que su hijo va a volver. Eso le hace difícil aceptar la realidad de la pérdida porque no sabe si ella es o no definitiva”.
Como apostilla Acevedo en su blog: “Desde el punto de vista de la mujer, matar a un hijo recién nacido es “psicológicamente más seguro” que entregarlo en adopción. Minerva y Giublini acabaron así con la máxima de Salomón. En lugar del rey , esos dos potenciales asesinos de bebés, habrían partido el niño a la mitad’.
Azevedo saca también una lógica y terrible conclusión: Según los expertos en biogenética, moralmemte hablando no existe diferencia entre el anencéfalo y el recién nacido sano. Son apenas personas potenciales. Y afirma: “para esa gente quien aún no tiene historia (aunque ya haya nacido), no tiene derecho a la existencia”.
El bloguero concluye con un raciocinio lleno de lógica y que hace poner la carne de gallina: “¿Por qué entonces, no deberíamos empezar a producir niños para hacer, por ejemplo, transplantes de órganos?”
¿Cómo no darle tristemente razón? El nazismo sigue vivo. Los hornos crematorios aún no fueron apagados. Me gustaría saber lo que las mujeres y madres piensan de esto que Azevedo y yo con él, consideramos vergonzoso y cruel.

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